INTRODUCCIÓN: EL MOVIMIENTO AUTÓNOMO EN FRANCIA 1976 - 1984




En Francia el movimiento autónomo es una componente generalmente bastante desconocida de la extrema izquierda. Incluso después de haber tenido una fuerte repercusión mediática entre los años 1977 y 1979, la forma grupuscular bajo la cual ha llegado hasta nuestros días le ha hecho caer en un relativo olvido. Cierto es también que hablar de movimiento autónomo después de 1979 resulta algo controvertido. Para muchos autónomos de esa época, el movimiento desaparece definitivamente después de la manifestación del 23 de Marzo. Aun así, sobrevivió adoptando múltiples formas, en particular en las okupas de París o siempre que se han vuelto de nuevo a producir disturbios. El Centre Autonome Occupé (1983-1984), el Réseau Autonome Parisien de 1990, la Assemblée de Jussieu de 1998, o más recientemente los Black Block dentro del movimiento altermundialista son una prueba de esta continuidad. Pero quienes prefieren resaltar las diferencias entre los movimientos y las épocas, son críticos con este análisis histórico.

Del mismo modo que existe un consenso muy generalizado a la hora de situar el apogeo del movimiento entre 1977 y 1979, según se va describiendo la trayectoria de una generación y el recorrido personal de los entrevistados, el surgimiento y la desaparición del movimiento se inscriben en fechas muy dispares. Para los de más edad, es decir para los que han participado en el movimiento de 1968, el movimiento autónomo es a menudo percibido como la simple prolongación del 68. Al percibir el movimiento con más distancia, estos militantes de más edad, tienen tendencia a relacionarlo con lo que le ha precedido y con lo que le ha seguido. De esta manera, aunque para una militante de la generación de los años 50, incluso si no se puede hablar en la actualidad de un movimiento autónomo porque no ha existido una coordinadora como tal, siempre han existido por el contrario grupos autónomos. Para Thierry1, antiguo sesentayochista y antiguo autónomo, el movimiento dura hasta 1985. Para Yann Moulier-Boutang, que tenía dieciocho años en 1968, el movimiento empieza en 19732. Pero para los que no han conocido mayo del 68, existe de hecho una ruptura entre 1976-1977 con el movimiento que lo precede. Esta generación de 1977 se desmarca también de la movida de los años 803. Los más jóvenes perciben mal la ruptura de 1979. Así, para Stéphane4, que solo tenía 16 años en 1977, es más bien la llegada de la izquierda al poder en 1981 lo que marca el fin del movimiento. Para Bertrand5, que tenía 18 años en 1977, el movimiento dura hasta 1982. Para muchos de ellos que no han conocido el movimiento de 1977, el movimiento se prolonga más allá de 1982.
Antes de estudiar la movida autónoma, conviene enfrentarse con las confusiones que conlleva inevitablemente el uso del término de «autonomía». El concepto de autonomía proletaria puede ser definido como la autonomía del proletariado en su lucha contra el Estado burgués y el capitalismo. Esta autonomía del proletariado sobrentiende también una autonomía vis a vis de las organizaciones políticas y de los sindicatos. A partir de ahí, se pueden extraer diferentes interpretaciones de lo que es la autonomía proletaria. En Italia, algunos grupos operaistas6 ponen de relieve en los años 60 la voluntad de construir un «partido autónomo», y privilegian la autonomía respecto de los sindicatos, entendidos como engranajes del Estado y del Capital. En el lado opuesto, los sindicalistas-revolucionarios se reclaman también de la autonomía proletaria anteponiéndose a las organizaciones políticas.
Este concepto de autonomía obrera está muy ligado a otro más antiguo, el de los «consejos obreros» más conocido bajo su versión rusa de soviet. Los soviets, o consejos obreros, tienen su origen en Rusia en 1905. Se trata de asambleas obreras que funcionan según los principios de la democracia directa. No me extenderé aquí en la forma burocrática y estalinista que adoptaron seguidamente en la URSS. Los consejos obreros han hecho también su aparición en Alemania en 1918, lo mismo que en Italia entre 1919 y 1920. Los consejos obreros son un auténtico poder obrero insurreccionalista.
Para la editorial Spartacus, el concepto de Autonomía obrera habría aparecido en Italia durante los años 507.Se desarrolla después en los años 60 por medio de la corriente obrerista. En Francia, este concepto se difunde sobre todo después de 1968. El grupo maoísta «Vive La Révolution» termina de esta manera un panfleto en 1970 con el eslogan de «¡Viva la autonomía del proletariado!». Este concepto de autonomía toma seguidamente una nueva dimensión en Italia a partir de 1973 con la aparición de una coordinadora autónoma de los trabajadores además de con la proliferación de grupos políticos que se reclaman de la autonomía obrera. Llegado este momento, se aprecia cierta confusión entre lo que son consejos obreros y el resto de los grupos políticos. A partir de aquí, es fundamental distinguir por un lado la «autonomía obrera» o «autonomía del proletariado», en tanto que forma de lucha de la clase obrera o del proletariado y, de otro lado, los «Autónomos», en tanto que tendencia política de la extrema izquierda. En este caso, mi estudio no se basa sobre la autonomía del proletariado, sino más bien sobre los Autónomos. La A mayúscula es a menudo empleada para hacer notar esta diferencia. Contrariamente a lo que en la Alemania de los años 80 o en la Italia de los años 70 donde los autónomos son la componente mayoritaria de la extrema izquierda llegando a juntar decenas de miles de personas, en Francia la movida autónoma no es más que una pequeña minoría marginal que jamás ha logrado reunir más de 2.000 militantes8 en su momento de mayor apogeo y solo algunos cientos de personas después.
La movida autónoma no es la única componente de la extrema izquierda que se reclama de la autonomía del proletariado. La ultra-izquierda, los sindicalistas-revolucionarios, o ciertos grupos maoístas, pueden también hacer mención de ella. La autonomía es sin embargo una de las características de los autónomos: autonomía con respecto a los sindicatos, autonomía con respecto al Estado (rechazo de las elecciones o de las prácticas dentro de la legalidad), y la autonomía en relación al capitalismo (rechazo de las relaciones mercantiles). Reuniendo ideologías muy diversas que van desde el anarquismo al maoísmo pasando por el obrerismo, la movida autónoma se distingue esencialmente de otras componentes de la extrema izquierda por cierto tipo de prácticas de tipo espontaneísta: okupas, reapropiaciones9, disturbios, sabotajes y práctica clandestina de la lucha armada. Los autónomos se distinguen también por su forma de organización, que se basa en la democracia directa y la autonomía de todos los grupos. Esta forma de organización puede conjugarse de diferentes maneras: coordinadoras compuestas por un delegado de cada grupo, asambleas generales, pero también lo más a menudo de una red informal, véase inorganizada o incluso desorganizada. Pero lo que da origen al movimiento autónomo francés, es sobre todo el rechazo a la extrema izquierda institucional, ya sea bajo su forma trotskista, maoísta o anarquista.
Los autónomos son a veces confundidos con el movimiento alternativo, debido a ciertas prácticas similares como las okupas, pero también por sus orígenes comunes en el seno del movimiento antinuclear. Contrariamente a los autónomos, el movimiento alternativo busca construir, como su nombre indica, una «alternativa» política y económica al interior mismo del sistema capitalista. A diferencia de los autónomos, el movimiento alternativo no rechaza las prácticas ciudadanas y electorales sino que rechaza por el contrario generalmente la violencia y las prácticas que se alejan lo suficiente de la legalidad. El movimiento de los Verdes es bien representativo de esta línea política alternativa.
Los autónomos son otras veces también confundidos con la ultra-izquierda (y sobre todo con los situacionistas). Así, por ejemplo, el grupo «Combat Pour l‘Autonomie Ouvriére» (CPAO, implantado en Rouen en 1977-1978) no es, como su nombre bien podría dejar pensar, un grupo autónomo, sino un grupo consejista. Existen sin embargo muchas diferencias entre estas dos corrientes: contrariamente a los autónomos, la ultraizquierda rechaza el antifascismo y las luchas de liberación nacional, así como las prácticas minoritarias que no se inscriben en el marco de un movimiento de masas: más en particular, las actividades clandestinas de la lucha armada. A diferencia de la ultra-izquierda, los autónomos no están exentos de leninismo o de referencias al concepto de partido, ya sea en el maoísmo o en el obrerismo. Sin embargo, es evidente también que existen puentes entre la ultra-izquierda y los autónomos. Yann Moulier-Boutang, principal líder del movimiento autónomo francés, provenía él mismo de la ultra-izquierda (en su caso del grupo «Informations et Correspondances Ouvriéres (ICO)»). A continuación, encontramos muchos individuos de ultra-izquierda en la movida autónoma. Especialmente, uno de los autónomos que he entrevistado, Stéphane, puede ser perfectamente considerado como de ultra-izquierda. La gente de ultra-izquierda implicada en la movida autónoma rechaza generalmente la militancia y tienen a menudo un discurso cercano al de los situacionistas. Por esta razón, son clasificados de «pro-situs». El grupo de los «Fossoyeurs du vieux monde» es representativo de esta tendencia.
Por último, la Autonomía al ser más una práctica que una ideología, contrariamente a otras componentes de la extrema-izquierda, no necesita decirse «Autónoma» para serlo, muchos Autónomos rechazan las ideologías y las etiquetas, incluida la de «Autónomo». Esto es válido por ejemplo para unos jóvenes de Caen que Bertrand describe como «babas-cool antiflics»10. Para Bertrand, estos jóvenes no eran Autónomos porque para él la etiqueta designaba a ciertos militantes parisinos. Pero si nos atenemos a las prácticas de estos jóvenes, podemos considerarles Autónomos. No hace falta sin embargo tener una práctica autónoma para ser un «Autónomo». Hace falta además poseer la cultura, un elemento importante de esta identidad política. Las relaciones de un individuo pueden permitir también identificarlo como «Autónomo»: relaciones que harán que tal individuo sea percibido de tal manera desde fuera de la movida al ser asimilado con los «Autónomos», o inversamente como decía Bertrand en 1996, que «la movida reconoce a los suyos».
Mi estudio se centra en la movida autónoma francesa, desde su aparición en 1976 hasta 1984. La elección del año 1984 como delimitación del sujeto se entiende sobre todo como voluntad de mantener cierta perspectiva histórica, en este caso dos decenios. En una primera parte, estudiaré la movida francesa en su conjunto (en particular sus publicaciones) comparándola con la de sus homólogos italianos y alemanes. En un segundo momento, intentaré distinguir las principales tendencias del movimiento (Camarades, la Organisation Communiste Libértaire, la Autonomie désirante, otros colectivos y grupos informales,...). Por último, estudiaré la movida desde la perspectiva de las principales luchas que la atraviesan (okupas, colectivos universitarios y grupos de estudiantes, colectivos de mujeres, lucha armada y actividades clandestinas).

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